miércoles, noviembre 21, 2007

Buscando Crédito para un Sueño.

Un sueño parece algo volátil, es despreciado por quienes se mueven con las cifras y con las decisiones económicas. Es mal visto por quienes apuntan todos sus razonamientos a lo medible y cuantificable. A todos los que creen que la única verdad es la verdad científica y la rentabilidad de corto plazo.
No hay nada peor que una entrevista entre un soñador con una idea en sus manos y un gerente de crédito de un banco. Es fatal. Mortal.
¿Se imagina a Leonardo Da Vinci pidiendo un crédito al banco para sus ideas?
Pensemos en el sueño de volar. Recorramos las imágenes de un hombre solo mirando a los pájaros e intentando volar como los pájaros. Ensayando una y otra vez. Cayendo estrepitosamente la mayoría de las veces sin poder encontrar el secreto del vuelo de las aves. Y vuelve a intentarlo porque volar tiene un sentido que va más allá de mantenerse en el aire, planear por el cielo, desplazarse a cualquier punto del planeta. Volar es despegarse de la tierra, alcanzar una dimensión distinta a la dimensión ordinaria del hombre en dos patas apegado al suelo. Es el deseo de conocer lo que hay más allá de lo que podemos conocer caminando.
Volar es un sueño incontenible del alma humana. Es la libertad la que ha estado en juego.

Fuera del tiempo y del espacio.

Para soñar y para crear es necesario aprender a salir del tiempo y del espacio. Hay que dejar de ser esclavo del reloj y vencer las distancias con el deseo de volar lejos. Declararse libre y ser libre es una de las grandes dificultades que tienen la mayoría de las personas hoy, aquí, en este mundo. La libertad de sentir, de pensar y de trascender las dimensiones conocidas produce miedo. El llamado al orden es más fuerte que el riesgo de descubrir lo desconocido. Algo nos detiene y nos mantiene con los pies en la tierra, encadenados a lo establecido, a lo conocido a lo de siempre.
Pero no hay sueños si no hay libertad. No hay un mundo mejor si no hay audacia para saltar la línea de lo razonable con la locura.


Sueños, pan de cada día.
Ser acusado de soñador, idealista, volado, no es grato cuando se tiene la certidumbre y no se tienen los recursos, cuando se tiene fe y no se tiene apoyo. Cuando uno cree porque ha logrado ver el futuro y nadie le cree.
Y cuando no se puede dejar de soñar, es peor.
La posibilidad de visualizar en los sueños nuevas imágenes, construcciones nunca vistas, órdenes diversos, lógicas nuevas, situaciones distintas a lo cotidiano, es realmente un poderoso llamado para un adolescente. Recuerdo que lo utilizaba con frecuencia para escapar de las dificultades de una vida dura, vida de pobres, que mi madre se encargaba cada cierto tiempo de recordarme con cierta fatalidad y desesperanza. Yo no podía contentarme con esta explicación y con esta barrera. No podía dejar de soñar… aunque hacía mi mayor esfuerzo por entrar en el mundo de lo concreto, de lo realista, de lo posible.
En realidad nunca me pude entender bien con ése mundo.

Cierto que uno puede enfermarse con esto. Porque muchas veces no sabe qué es realidad y qué es sueño. Muchas veces piensa que la realidad es sueño y todo comienza a enredarse. Hasta que abres los ojos y te das cuenta que ya estás atrasado para llegar a clases o al trabajo, o que son las cinco de la mañana y te has quedado dormido sin desvestirte y con todas las luces prendidas.

Más de alguien, entonces, te llama, loco.
Y uno se pregunta ¿Me estaré volviendo loco?

Continuará.

Nota: Treinta años después leo un libro de Abraham Maslow que afirma: para convertirse en un hombre autorrealizado, capaz de cambiar las cosas como están y crear un nuevo orden, es necesario ser un poco loco, un poco excéntrico, un disconforme con lo ordinario. Las empresas e instituciones que trabajen con creativos tienen que aprender a aceptarlos e integrarlos dentro de su cultura. A veces, parecerán vagabundos, locos, informales, no científicos, crearán desorden en la organización, darán la impresión de no estar nunca centrados en el tema que se discute, saldrán con opiniones que provocarán desconcierto, no llegarán jamás a la hora a una reunión.
Si usted es un empresario que quiere tener éxito, no se fije en la forma y concédale crédito a los sueños. Comenzando por los suyos.

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