Me cayó la chaucha!
Con esta expresión, mis abuelos se referían a que por fin – un poco tarde – habían comprendido algo.
Me ha pasado lo mismo. Después de 30 años vengo a comprender que en este mundo el todo es el juego de poder y el juego de negocios.
Crecí pensando que la motivación principal de las personas era la convivencia, el simple hecho de nacer, crecer, vivir, amar, trabajar, juntarse, crear y pasar las penas y alegrías juntos.
En un proceso permanente de aprendizaje para ser mejores personas. Mejores en la sociedad, con la familia, con el planeta, con los amigos, con la comunidad.
Por tanto, toda acción humana tenía ese beneficio y los costos que la vida misma iba presentando.
Pero la cosa no es así.
Cambió el disco duro de la sociedad competa.
La motivación principal es el poder, el dinero, el prestigio, la fama. Y para eso no importa convivir sino competir y ganarles a los demás.
La vida de hoy es invertir el mayor tiempo del mundo en estrategias de poder y de competencia. Hay que pasarse la vida pensando en cómo ganar-ganar siempre. Aunque los medios que se utilicen sean o no válidos.
La sinceridad, por ende, no es una buena recomendación para negociar y para ganar.
Si es necesario, hay que mentir, soslayar, ocultar, irse por el camino engañoso, transitar aguas turbulentas. Todo vale. Está justificado porque lo principal es el negocio. Nada personal.
Reconozco que no tengo habilidades para esta manera de vivir en el mundo, pero que debo aprender. Si no quiero quedarme rezagado en el pasado.
Se me alumbró la ampolleta!
Así también se referían a este cuento de entender algo mis abuelos.
Veo todo clarito. Miro las noticias, veo a los personajes públicos, a los empresarios, a los candidatos, a los académicos, a los legisladores, a los jueces, al maestro que arregla la casa, a los jóvenes, a los taxistas, a los dirigentes sindicales, a los secretarios y subsecretarios…..todos negociando, todos intentando vender una pomada, todos tratando de ganar en la competencia del poder, de la plata y de la vanidad.
Pucha kay.
Los significados de la comunicación están impregnados de esta competencia feroz, alrededor de cada cual se ha creado una costra de argumentos, creencias, juicios, prejuicios, actitudes, imágenes, motivaciones, conductas, como una dura coraza para resistir, defenderse, e impedir que en esta batalla florezcan la sinceridad, la buena voluntad, los buenos sentimientos.
Todo es un negocio. Hasta los gestos de caridad, las responsabilidades sociales de las empresas, la monedita al pordiosero, la ofrenda a la iglesia, la ayuda desinteresada, el bien público y los sueños de país.
Tal vez usted, don Anselmo, lo haya sabido desde siempre. Y no tenga deseos de innovar por la misma razón. También está usted en el negocio. No le conviene que las cosas cambien.
Entonces, hay que asumirlo. Antes de entusiasmarse con una idea, con un proyecto o con un sueño, hay que preguntar ¿Cómo voy ahí?. El famoso CVA que vino a reemplazar el viejo paradigma de la convivencia para el bienestar de todos.
Con esta expresión, mis abuelos se referían a que por fin – un poco tarde – habían comprendido algo.
Me ha pasado lo mismo. Después de 30 años vengo a comprender que en este mundo el todo es el juego de poder y el juego de negocios.
Crecí pensando que la motivación principal de las personas era la convivencia, el simple hecho de nacer, crecer, vivir, amar, trabajar, juntarse, crear y pasar las penas y alegrías juntos.
En un proceso permanente de aprendizaje para ser mejores personas. Mejores en la sociedad, con la familia, con el planeta, con los amigos, con la comunidad.
Por tanto, toda acción humana tenía ese beneficio y los costos que la vida misma iba presentando.
Pero la cosa no es así.
Cambió el disco duro de la sociedad competa.
La motivación principal es el poder, el dinero, el prestigio, la fama. Y para eso no importa convivir sino competir y ganarles a los demás.
La vida de hoy es invertir el mayor tiempo del mundo en estrategias de poder y de competencia. Hay que pasarse la vida pensando en cómo ganar-ganar siempre. Aunque los medios que se utilicen sean o no válidos.
La sinceridad, por ende, no es una buena recomendación para negociar y para ganar.
Si es necesario, hay que mentir, soslayar, ocultar, irse por el camino engañoso, transitar aguas turbulentas. Todo vale. Está justificado porque lo principal es el negocio. Nada personal.
Reconozco que no tengo habilidades para esta manera de vivir en el mundo, pero que debo aprender. Si no quiero quedarme rezagado en el pasado.
Se me alumbró la ampolleta!
Así también se referían a este cuento de entender algo mis abuelos.
Veo todo clarito. Miro las noticias, veo a los personajes públicos, a los empresarios, a los candidatos, a los académicos, a los legisladores, a los jueces, al maestro que arregla la casa, a los jóvenes, a los taxistas, a los dirigentes sindicales, a los secretarios y subsecretarios…..todos negociando, todos intentando vender una pomada, todos tratando de ganar en la competencia del poder, de la plata y de la vanidad.
Pucha kay.
Los significados de la comunicación están impregnados de esta competencia feroz, alrededor de cada cual se ha creado una costra de argumentos, creencias, juicios, prejuicios, actitudes, imágenes, motivaciones, conductas, como una dura coraza para resistir, defenderse, e impedir que en esta batalla florezcan la sinceridad, la buena voluntad, los buenos sentimientos.
Todo es un negocio. Hasta los gestos de caridad, las responsabilidades sociales de las empresas, la monedita al pordiosero, la ofrenda a la iglesia, la ayuda desinteresada, el bien público y los sueños de país.
Tal vez usted, don Anselmo, lo haya sabido desde siempre. Y no tenga deseos de innovar por la misma razón. También está usted en el negocio. No le conviene que las cosas cambien.
Entonces, hay que asumirlo. Antes de entusiasmarse con una idea, con un proyecto o con un sueño, hay que preguntar ¿Cómo voy ahí?. El famoso CVA que vino a reemplazar el viejo paradigma de la convivencia para el bienestar de todos.