Este finde mes nacerá un niño en La Pintana. No se llamará Jesús. Tal vez se llame Luis Miguel, porque a sus padres les gusta como canta este artista, se enamoraron con una canción de él.
Es un niño que no fue anunciado por ningún profeta. Cuando nazca, no cruzará ninguna estrella por el cielo. Ni será visitado por rey mago alguno.
El pequeño José no será famoso, ni líder espiritual de nadie.
Simplemente nacerá en una casucha pobre de un barrio de Santiago de Chile, como muchos otros niños y niñas que nacerán en muchos barrios pobres de este país y del mundo.
Uno más nace para ir a un colegio municipalizado y llegar hasta donde se pueda, sabiendo de antemano que la calidad de su educación no le servirá para acceder a nada. Ya se sabe quienes obtienen los mejores puntajes en la prueba SIMCE y en la PSU.
Tal vez nunca pase por su vida la globalización y los beneficios de los tratados de libre comercio. Es muy probable que no llegue a conocer al viejo pascuero y que Dios no tenga contemplado pasar de visita por ese barrio en su próxima gira. Seguramente, será siempre mirado en menos por los poderososos, por los bancos, por las casas comerciales, por las compañía telefónicas y por los políticos.
En La Pintana, en el sur de Santiago, allí vive María. En un barrio de pobres. En una pequeña casucha de madera instalada en el patio de la casa de sus padres.
Es una población de pequeñas viviendas, construidas sin pensar en los espacios para los niños ni en la necesidad básica de intimidad entre las personas.
Si usted camina por una calle de este barrio, escuchará cinco radios sonando a la vez a todo volumen, gritos desde diferentes casas, usted podrá darse cuenta de todo tipo de cosas íntimas, violencias y promiscuidades.
En las esquinas verá grupos de personas cesantes, niños con la cara sucia, calles a todo sol porque no hay árboles que den un poco de sombra este verano, verá basura acumulada, moscas, rostros duros, personas bebiendo cerveza y jugando cartas, Ella espera un niño. Han sido nueve meses muy duros. Tiene sólo 19 años. Se quiere con José pero no pueden vivir juntos. El tiene 21 y trabaja mucho. Gana el sueldo mínimo. Ella trata de ayudar vendiendo cosas en la feria. Pero en este embarazo ha sido difícil porque ha tenido varios síntomas de pérdida.
José y María se conocen desde chicos, son del mismo barrio. Los dos dejaron de estudiar su enseñanza media para ponerse a trabajar. No les dio para más.
María votará por Piñera porque le tiene terror a los comunistas. José votará por la Bachelet, aunque ha tenido dudas porque es mujer.
No se sabe si José y María lograrán consolidar su relación y formar un hogar, para darle al pequeño Luis Miguel una familia. No se sabe si el niño podrá librarse de la droga mientras crezca en un ambiente tan duro. Tampoco se sabe si algún día podrá comprender lo que significan las palabras triunfo, felicidad, éxito, bienestar, calidad de vida, igualdad, amor, libertad, patria, Fé,
Pero sí será un experto, con seguridad, en lo que significa pobreza, dolor, frustración, tristeza, abandono, exclusión, desamor, pérdidas, necesidades, escape, resentimiento…
No es el niño Jesús el que nacerá en La Pintana en estos días. Es un pobre niño chileno de un lugar olvidado, que viene a incrementar el índice de desigualdad, la grosera diferencia entre quienes más tienen y los pobres de nuestra Patria.
Luis Miguel puede nacer cualquier día de estos, ya estamos en la fecha. Sería estupendo que Michelle y Sebastián, esos tíos lejanos, le dieran el mejor de los regalos de navidad: la esperanza de un futuro mejor.
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