Mi amigo electricista prometió arreglar todos los problemas de la instalación de mi casa, recibió plata y no volvió más.
Vino un nuevo electricista, dijo que el problema que había arreglado el anterior no era el problema. Hizo nuevos arreglos. Y nosotros seguimos con el tema, cada dos días nos quedamos sin luz en la casa.
La costurera demoró más de un mes en cambiar un cierre a mi pantalón. La explicación, tenía que hacer otras cosas más importantes.
El técnico en electrodomésticos de mi barrio demoró tres meses en devolver una juguera sin repararla.
El cerrajero dijo que para arreglar el portón de mi casa había que cambiar toda la estructura metálica por $200.000. En realidad, sólo se requería un arreglo de menos de $10.000.
El jardinero prometió traer plantas que nunca llegaron. Incluso nos dijo en qué lugar había que ponerlas.
El carpintero hizo bases para una mesa que no se podía parar porque las patas llegaron mal cortadas.
Nos ganamos dos promociones en una farmacia, sin siquiera pedirlo, y no pudieron darnos los premios porque no habían.
El técnico en computación prometió arreglarnos el computador hacer un par de meses. Aún no llega.
Se cortó la luz por más de 24 horas en mi barrio, la compañía de electricidad nos dio cinco explicaciones diferentes. Hasta que amenacé con publicar esto haciéndome pasar por periodista. La luz llegó en tres minutos.
La semana pasada, el electricista de mi oficina (otro electricista) fue a revisar la instalación, pero andaba sin las herramientas. Aún no vuelve.
Un sobrino está con problemas de trabajo, lo recomendé a un amigo. El joven no llegó a la entrevista y no ha dado señales de vida.
Me di cuenta que el ciego que pide plata en una esquina no es ciego. El otro día estaba sin bastón, comiéndose un completo y paseando por el minimarket, como Pedro por su casa.
En el momento de girarles todos los cheques del año escolar, el colegio de mi hijo se comprometió al menos a avisarme cuándo se harían las reuniones dado que soy padre separado y no me llegaban las citaciones directamente. Durante este año, no he recibido ningún mensaje. Y se han realizado varias actividades. Por cierto, después dicen que soy un padre distante.
Mi hija estudió en uno de los colegios más caros de Chile, fue parte de un curso de alumnos de “excelencia” según los directores y profesores. No quedó en la universidad porque no le alcanzó el puntaje, como a la mayoría de sus compañeros del famoso curso especial.
De la compañía de teléfonos me llega una cuenta de un número inexistente, llaman frecuentemente de la compañía a mi celular para amenazarme si no pago la cuenta del teléfono fantasma.
A la nana de mi casa le pagamos todo cuando la despedimos por no cumplir obligaciones básicas. El siguiente mes recibimos una cuenta telefónica de $250.000 en llamados hechos por ella a celulares.
De la empresa de celulares llaman para decirme que gané un nuevo teléfono y además un premio en plata. Me enteré que es una estafa.
Fui a renovar mi licencia de conducir, tuvimos que ir dos días, el segundo día nos tuvieron más de siete horas esperando. Había algunos personas de la tercera edad que habían manejado toda su vida, los hicieron hacer tres veces los exámenes. Para obtener licencia en mi comuna hay que pasar por cinco oficinas.
El banco no trepidó en embargar casi todo lo que tenía. Pero mis clientes nunca pagaron sus deudas conmigo. Y yo no tuve ninguna posibilidad legal de hacerles a ellos lo mismo que me hizo el banco.
En la última semana, tres clientes no llegaron a las reuniones que estaban comprometidas, sin dar explicación.
Participamos en dos licitaciones del estado y ganamos ambas. Pero fueron declaradas desiertas por razones institucionales. En ambas, las autoridades cambiaron las reglas del juego.
Estuvimos treinta años pidiendo verdad y justicia en este país. Ahora que comienza a ver un poco de justicia, queremos liberar de todo a los asesinos y dejar atrás el pasado.
Habría que entrar a picar en este país, tal vez sea yo quien deba cambiar. ¿Cuántas veces habré hecho a los demás cosas que a mi no me gusta que me las hagan?
.
Viva Chile, mierda!
Vino un nuevo electricista, dijo que el problema que había arreglado el anterior no era el problema. Hizo nuevos arreglos. Y nosotros seguimos con el tema, cada dos días nos quedamos sin luz en la casa.
La costurera demoró más de un mes en cambiar un cierre a mi pantalón. La explicación, tenía que hacer otras cosas más importantes.
El técnico en electrodomésticos de mi barrio demoró tres meses en devolver una juguera sin repararla.
El cerrajero dijo que para arreglar el portón de mi casa había que cambiar toda la estructura metálica por $200.000. En realidad, sólo se requería un arreglo de menos de $10.000.
El jardinero prometió traer plantas que nunca llegaron. Incluso nos dijo en qué lugar había que ponerlas.
El carpintero hizo bases para una mesa que no se podía parar porque las patas llegaron mal cortadas.
Nos ganamos dos promociones en una farmacia, sin siquiera pedirlo, y no pudieron darnos los premios porque no habían.
El técnico en computación prometió arreglarnos el computador hacer un par de meses. Aún no llega.
Se cortó la luz por más de 24 horas en mi barrio, la compañía de electricidad nos dio cinco explicaciones diferentes. Hasta que amenacé con publicar esto haciéndome pasar por periodista. La luz llegó en tres minutos.
La semana pasada, el electricista de mi oficina (otro electricista) fue a revisar la instalación, pero andaba sin las herramientas. Aún no vuelve.
Un sobrino está con problemas de trabajo, lo recomendé a un amigo. El joven no llegó a la entrevista y no ha dado señales de vida.
Me di cuenta que el ciego que pide plata en una esquina no es ciego. El otro día estaba sin bastón, comiéndose un completo y paseando por el minimarket, como Pedro por su casa.
En el momento de girarles todos los cheques del año escolar, el colegio de mi hijo se comprometió al menos a avisarme cuándo se harían las reuniones dado que soy padre separado y no me llegaban las citaciones directamente. Durante este año, no he recibido ningún mensaje. Y se han realizado varias actividades. Por cierto, después dicen que soy un padre distante.
Mi hija estudió en uno de los colegios más caros de Chile, fue parte de un curso de alumnos de “excelencia” según los directores y profesores. No quedó en la universidad porque no le alcanzó el puntaje, como a la mayoría de sus compañeros del famoso curso especial.
De la compañía de teléfonos me llega una cuenta de un número inexistente, llaman frecuentemente de la compañía a mi celular para amenazarme si no pago la cuenta del teléfono fantasma.
A la nana de mi casa le pagamos todo cuando la despedimos por no cumplir obligaciones básicas. El siguiente mes recibimos una cuenta telefónica de $250.000 en llamados hechos por ella a celulares.
De la empresa de celulares llaman para decirme que gané un nuevo teléfono y además un premio en plata. Me enteré que es una estafa.
Fui a renovar mi licencia de conducir, tuvimos que ir dos días, el segundo día nos tuvieron más de siete horas esperando. Había algunos personas de la tercera edad que habían manejado toda su vida, los hicieron hacer tres veces los exámenes. Para obtener licencia en mi comuna hay que pasar por cinco oficinas.
El banco no trepidó en embargar casi todo lo que tenía. Pero mis clientes nunca pagaron sus deudas conmigo. Y yo no tuve ninguna posibilidad legal de hacerles a ellos lo mismo que me hizo el banco.
En la última semana, tres clientes no llegaron a las reuniones que estaban comprometidas, sin dar explicación.
Participamos en dos licitaciones del estado y ganamos ambas. Pero fueron declaradas desiertas por razones institucionales. En ambas, las autoridades cambiaron las reglas del juego.
Estuvimos treinta años pidiendo verdad y justicia en este país. Ahora que comienza a ver un poco de justicia, queremos liberar de todo a los asesinos y dejar atrás el pasado.
Habría que entrar a picar en este país, tal vez sea yo quien deba cambiar. ¿Cuántas veces habré hecho a los demás cosas que a mi no me gusta que me las hagan?
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Viva Chile, mierda!
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